Skip links

“El balance es muy positivo”

El 2022 fue un año de mucha intensidad en materia gremial para el SOEAR. Capacitaciones, charlas de formación y espacio de debate, conquista del SMVM, trabajo desde los Comités Mixtos de Salud y Seguridad Laboral, avances en la pelea contra la tercerización, creación de la Sub-Secretaría de Género y elaboración del Protocolo, avance en las obras del futuro barrio aceitero de General Lagos. Se realizaron asambleas en cada fábrica y se ejercitó el músculo de la democracia sindical, movilizando y marchando por las causas justas. Con el objetivo de compartir un balance anual de lo sucedido, entrevistamos a Carlos Vallés, Secretario Gremial del Sindicato de Aceiteros de Rosario.

Cuando asumió la comisión directiva a fines del año pasado, desde la Secretaría Gremial se propusieron generar un proceso de formación continua. ¿Cómo fue pensado inicialmente y con qué objetivo?

Carlos Vallés – Desde que asumimos, el objetivo para la Secretaría Gremial es fortalecer a los delegados con sus comisiones internas en cada fábrica. Fuimos pensando de qué manera hacerlo. Por un lado, arrancamos el año haciendo cursos de capacitación en materia de tercerización, de Comité Mixtos, de salud. Por otro lado, organizamos un ciclo de charlas que se inició con la participación de MATE (Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía) porque necesitamos entender los números, conocer qué pasa en el país y discutir sobre eso. Hay mucha confusión en las redes sociales y en algunos medios. A veces escuchás a los compañeros hablando en contra de algunas políticas que nosotros tenemos como Federación y como Sindicato. Eso se da por desconocimiento. Entonces nos planteamos que había que dar capacitación para que todos hablemos de lo mismo, formemos opinión y para que dentro de la fábrica discutamos y formemos grupos de trabajo que ayuden a los delegados y a las comisiones internas. En definitiva, para que ayuden a la comisión directiva. Lo pensamos desde abajo hacia arriba. La de MATE fue una charla abierta para que todos la puedan ver y para que después en cada sector de laburo se discuta de lo que se habló y se charle sobre eso.

La formación no es de un día para el otro, es algo que lleva tiempo. Pero se van viendo los frutos. Vas plantando ese granito y en algún momento lo que plantaste va creciendo. La comisión directiva y las comisiones internas son jóvenes. Eso está bueno porque hay mucho para crecer.

La segunda charla de ese ciclo de formación política fue coordinada por los abogados Matías Cremonte y Carlos Zamboni. ¿Cómo resultó?

Carlos Vallés – Fue muy interesante porque se dio mucho debate. Hablamos de la historia del movimiento obrero, de dónde viene el trabajo, cómo se desarrolló en el tiempo la explotación de nuestros patrones, qué significa ir a trabajar y que nos paguen un salario, de dónde sale ese salario. Es una formación de conciencia. Buscamos gente como el MATE, Matías, Carloncho, gente que tiene experiencia y que nos ayuda a pensar. La formación tiene que ver con llegar a comprender que el enemigo es el capital. Entender eso nos va a fortalecer nuestras luchas. Ojalá en algún momento tengamos la fortaleza para liderar un movimiento de trabajadores que tenga algunas de nuestras banderas. No es bueno que solamente nosotros tengamos un salario digno y el resto esté por el piso. La idea es que toda la clase tenga un salario digno.

En la tercera charla, dictada por el abogado Eugenio Biafore, se compartieron datos y análisis de la pirámide salarial en Argentina en clave histórica y actual. Se intercambiaron posiciones e interpelaciones acerca de la clase trabajadora. Este ciclo de charlas culminó con la Historiadora Victoria Basualdo que propuso debatir acerca de las estrategias de disciplinamiento laboral y sindical y las formas de disputa y organización en la Argentina actual…   

Carlos Vallés – La charla con Eugenio estuvo muy buena, fue muy práctica y muy didáctica. Y cerrar con Victoria para nosotros fue ponerle un moño al ciclo de charlas porque ella tiene una lucidez y una claridad para hablar y explicar ciertas cosas que da gusto. Victoria habla de tercerización, salarios y un montón de cosas que nosotros venimos sosteniendo hace tiempo.

Recientemente se restituyeron las identidades de los nietos 131 y 132. Durante el año, el sindicato participó en la Campaña de identidad de Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Qué implica trabajar gremialmente estos temas?

C. V. – La campaña de Abuelas me pareció re interesante porque nosotros somos del cordón industrial, yo soy de Villa Constitución, y la dictadura en los años setenta atacó a nuestros mejores dirigentes, pensadores y luchadores. Tenemos que reivindicar a esos que lucharon porque querían lo mismo que nosotros, querían una vida digna, un pueblo que esté bien. Evidentemente, la dictadura usó sus armas y los hizo desaparecer. Nosotros venimos a levantar esas banderas de la democracia sindical, las asambleas, la salud, el salario digno, la huelga. Son todas reivindicaciones que en su momento esos compañeros sostuvieron y lucharon por eso. Hoy lo seguimos sufriendo porque gran parte del movimiento obrero mira para otro lado y hay un 50 por ciento de trabajadores bajo la línea de la pobreza. Es una consecuencia de ese tiempo a esta parte. Como movimiento obrero no supimos unirnos, reestablecernos. Tenemos que participar porque lo que queremos es que la clase trabajadora tenga una vida digna.

¿Cuál fue el abordaje que se hizo a nivel gremial en relación con la pandemia de COVID-19 en las plantas aceiteras?

C. V. – Nosotros asumimos en un año de pandemia. Teníamos que tener los Comités Mixtos bien activos. Tuvimos que abordar la situación cambiando condiciones laborales en cada fábrica. Ese trabajo nos llevó mucho tiempo. Tanto a las empresas como a nosotros nos convenía que se modificaran un montón de condiciones para no llegar a un contagio masivo. Eso hubiera implicado tener que parar las fábricas, que era lo que no querían las patronales, y para nosotros hubiera significado que se enfermaran los compañeros, que era lo que intentábamos evitar.

No solamente cambiamos las condiciones sino que también hacíamos un seguimiento de los compañeros contagiados para ver cómo evolucionaban. Eso lo hicimos en conjunto con la fábrica y utilizando la herramienta del Comité. Nos reuníamos y pasábamos los nombres de los que estaban enfermos, veíamos en qué situación estaban y cómo se iban recuperando. Esa cuestión no la dejábamos librada a las empresas.

En un primer momento se decía que había que evitar los amontonamientos porque era riesgoso. Entonces dividimos a las personas en distintos lugares. Por ejemplo, hicimos distribuir en los lugares de descanso para que no hubiera más de cuatro o cinco personas, con unos aireadores que midieran el dióxido de carbono que había dentro del ambiente para ver si estaba viciado o no y saber cuándo había que ventilarlo. Todas esas cuestiones, más allá del alcohol, la limpieza, el lavado. En algunos lugares hicimos poner canillas y piletas para lavarse en el lugar de trabajo. Al principio había mucha incertidumbre. Era el lavado, el barbijo, el distanciamiento. A medida que se fue avanzando en el tiempo, se fue aclarando un poco más el panorama sobre qué era lo que contagiaba y qué no.

Digamos que se activaron todos los resortes gremiales para garantizar la salud integral de los y las compañeras…

C. V. – La salud no era algo negociable. Estábamos permanentemente en contacto con nuestros asesores médicos para ver cómo evolucionaba la enfermedad, qué había que hacer para prevenirla y aplicar las medidas necesarias en cada puesto de trabajo. No es tan sencillo adaptar todo eso. Hay cuestiones operativas que se modificaron y se tomaron medidas. Por ejemplo, el recibidor de embarque que normalmente sube al barco para firmar los recibos, no subió más porque nosotros no teníamos el control de la gente que venía en el barco. Fuimos poniendo barreras. El trabajo tuvo muy buen resultado pero hubo una participación gremial y de las comisiones internas importantísima para salir adelante.

¿Cómo fue el proceso que terminó con el pase a planta en las distintas fábricas?

C. V. – Cuando se dictaminaron los grupos de riesgo, hubo muchos compañeros que quedaron exentos de ir a trabajar. Se tuvo que acordar con las empresas para que tomaran personal contratado para esa situación puntual. No queríamos que hubiera horas extra porque eso era forzar a que los compañeros estuvieran más tiempo adentro de las fábricas y eso implicaba mayor exposición al contagio. Cuando volvieron los grupos de riesgo, en algunas plantas se normalizó el tema y en otras quedaron trabajando los contratados. Tuvimos que armar una política gremial bien direccionada para estos tercerizados que estaban trabajando. La fábrica había ganado un terreno en el que nosotros venimos luchando hace muchos años. El fin de la tercerización es una política que tiene el sindicato y la Federación hace mucho tiempo. Cuando asumimos, nos propusimos ir trabajando para reducir a los niveles en que estábamos antes o terminar la tercerización. Nos fue bien porque en todas las plantas pudimos meter gente efectiva: 10 en Dreyfus, 15 en Cargill Punta Alvear, 12 en Cargill VGG y 15 en Molinos.

¿Qué significa el logro del pase a planta en un momento tan complejo para la clase trabajadora?

C. V. – Dar esa disputa dentro de esta industria es un tema político. Ganar terreno en materia de tercerización es dar la pelea contra la precarización laboral que implica la tercerización. En el cordón industrial tenemos la triste cifra de que el ochenta o noventa por ciento de los trabajadores muertos son tercerizados. Y no es casualidad. El trabajador tercerizado es el trabajador precarizado, el que sabe que mañana se queda sin laburo, es el que hace el trabajo más ingrato, más inseguro, mal pago. Tiene un montón de condiciones en contra para que le sucedan cosas mientras intenta permanecer en el laburo.

Empoderamos a los compañeros que tenemos en las fábricas para decirles que no hagan trabajos inseguros. Si están en la misma industria que nosotros y vemos situaciones riesgosas, aunque no estén afiliados, los vamos a defender. Se para y se evalúa si ese trabajo es riesgoso o no. La prevención del accidente también está en la conciencia del compañero que para a tiempo. Pero la fortaleza de que no le va a pasar nada se la tenemos que dar las comisiones internas y los delegados. En algunas empresas estamos más avanzados en este tema. Que el compañero tenga la tranquilidad de que no le va a pasar absolutamente nada por parar un trabajo inseguro.

Hay que seguir trabajando sobre esto. Los números de accidentes fatales nuestros bajaron considerablemente desde que empezamos en 2008, 2009, con el fin de la tercerización y después cuando sumamos los Comités Mixtos de Salud y Seguridad Laboral. Eso también viene dado porque conquistamos el salario mínimo y vital que nos permitió pensar en estas otras cosas. Sabemos que si luchamos por el salario lo podemos ganar. Esa lucha va a estar garantizada. Ya nos pasó con los 25 días y con los 21 días. Entonces, al tener el salario, nos pudimos poner a pensar en salud, en seguridad, en Comités Mixtos, en cosas que son muy importantes pero que cuando no llegás a fin de mes no están entre las prioridades. Eso le pasa a muchos trabajadores hoy en día, que están pensando cómo llegar a fin de mes. La columna vertebral es el salario mínimo, vital y móvil que nos permitió estas otras cosas. Incluso, estamos haciendo con el CONICET un proyecto para ver de qué nos enfermamos en nuestro trabajo, qué relación tienen nuestras enfermedades con el trabajo. Nos permite construir un saber obrero porque no hay ninguna industria de laboratorio detrás de todo esto.

Arrancamos el año haciendo cursos de capacitación en materia de tercerización, de Comité Mixtos, de salud. Tuvimos elecciones de delegados y por suerte hubo mucha participación. Eso es importante porque es un respaldo. El cuarenta por ciento era delegado por primera vez. Al ver esa situación, desde la Secretaría Gremial pensamos en fortalecer con las herramientas necesarias la capacitación para que después eso se vuelque a la defensa de los compañeros. Y también para fortalecer las comisiones internas que son el motor del sindicato. Ahí empezaron las capacitaciones. También fuimos entregando libros con el Convenio, con el estatuto, cosas que parecen básicas pero que hay que tenerlas y leerlas porque ahí está escrito lo que hay que hacer. Además de todo esto, está la parte gremial del día a día en cada fábrica.

La actividad gremial conjuga la formación, los talleres, los plenarios, la tarea cotidiana al interior de las fábricas…Son muchos frentes abiertos…

C. V. – Claro, hay un montón de situaciones que van por el carril gremial. Incluso dentro de la Secretaría Gremial nosotros tenemos la Sub-Secretaría de Género. Ese es otro logro de esta comisión. Estamos muy contentos porque eso ya está en marcha, está funcionando y bastante activo. Ese es otro panorama que tenemos dentro de la Secretaría Gremial.

Este año el SOEAR participó de marchas, asambleas y muestras de solidaridad con la lucha docente y otros gremios hermanos. Pero al mismo tiempo, desde el sindicato se organizó un homenaje a Horacio Zamboni, el festejo del 1° de mayo, el día del aceiterx, el día de las infancias. Se lograron las actualizaciones paritarias y se avanzó con el barrio aceitero de General Lagos…Hay mucho por luchar pero cuánto hay también para celebrar, ¿no?

C. V. – Hay mucho para celebrar. Por ejemplo, en un año pudimos poner en marcha el tema de los terrenos. Están muy avanzados y apuntamos a poder entregarlos el año que viene. Hubo un montón de situaciones que la vorágine te lleva a no tomar dimensión, pero cuando parás un momento te das cuenta de que hay muchas cosas para festejar. El año fue muy positivo para nosotros. Lo que nos propusimos en materia gremial lo pudimos llevar adelante, como el protocolo de género, las capacitaciones, la pelea contra la tercerización. Las comisiones internas y los Comités Mixtos están funcionando. El balance es muy positivo, cerrando con una paritaria que también fue exitosa a nivel nacional.