La disputa por la salud
El saber obrero y la intervención directa en el proceso de trabajo. La necesidad de politizar el malestar y de colectivizar las respuestas y resistencias frente al sufrimiento que el modelo capitalista impone sobre los cuerpos de la clase trabajadora. Ahí donde el capital avanza pretendiendo individualizar y atomizar, el movimiento aceitero ejercita el músculo de la unidad y la organización. El modelo obrero italiano, la memoria práctica y teórica y la fuerza acumulada que es hija de las batallas cotidianas en la disputa por la salud.
El martes 13 y miércoles 14 de mayo se realizó en Buenos Aires el 14° Plenario de Delegadxs de Base organizado por la Federación Aceitera y Desmotadora. Una de las mesas del primer día se tituló ´La lucha por la salud ante el avance del capital´. Con la presentación y moderación de Marco Pozzi, Secretario General del SOEAR y Secretario de Salud Laboral de la F.T.C.I.O.D Y A.R.A., el panel contó con las intervenciones de Federico Calderón -Secretario de Prensa del SOEAR-, la abogada laboralista Luciana Censi y el psicólogo Esteban Fridman, ambos asesores del sindicato.
En la apertura de la mesa, Marco Pozzi puso el foco rápidamente en la disputa entre el capital y el trabajo. A modo de abrir el debate, puso en tensión un lugar común que generalmente se asocia con la actividad laboral: el hecho de presentar al trabajo como sinónimo de salud. A esto sumó una pregunta que quedó flotando en el gran salón del Club Español de calle Bernardo de Irigoyen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: “¿De qué lado estamos? ¿Del lado de los compañeros que día a día ponen el cuero en las fábricas como son los delegados, o del lado de las patronales que nos dan horas extra y nos hace creer que somos importantes y cuando nos rompemos nos despiden sin importar más nada que un achique de personal?”.
Marco dejó bien claro que lo que está en disputa permanentemente con el capital es la vida. Las preguntas generalmente hacen avanzar la acción: “¿Qué queremos para nuestros hijos? ¿Y para nuestro núcleo familiar? ¿Cómo queremos cuidar a nuestros viejos?”. Pozzi planteó que estos y otros interrogantes hay que repensarlos a partir de la salud que se discute en la fábrica. “Tenemos que poner el ojo en el lugar donde está el problema de nuestra salud. Muy pocas veces analizamos las condiciones adentro de las fábricas que llevan a que nuestros compañeros sufran los eventos que terminan problematizando no sólo la vida de los trabajadores sino también la vida familiar de cada uno”.
La salud es una de las nueve necesidades básicas que debe garantizar el SMVM, estipuladas en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Al respecto, Marco dijo: “Lo que discutimos permanentemente en la fábrica es la salud. Es lo que mantiene viva la lucha. En la pelea diaria por la salud se pone en juego otra de nuestras banderas que es la lucha contra la tercerización. La mayoría de los que estamos acá hemos sido tercerizados”. Dentro de las diversas herramientas para enfrentar el modelo de la tercerización, Marco destacó el trabajo del Comité Mixto de Salud y Seguridad. “Es importante construir el sentido común que necesitamos los trabajadores para defender la salud adentro de la fábrica. Siempre con una mirada de clase: lo que enferma es el trabajo y la ambición de las patronales”.
Intervenir en los procesos de trabajo
Federico Calderón, trabajador de Dreyfus General Lagos, delegado de fábrica y Secretario de Prensa del SOEAR, fue quien le dio continuidad a la mesa de salud laboral. Una de las primeras cuestiones en las que puso el eje Federico fue en la multiplicidad de aristas sobre las que avanza el capital. “El avance del capital se produce y se materializa adentro de la fábrica: avanza sobre el salario, con las reformas laborales (decreto 70/2023 y Ley Bases) y los proyectos de reforma laboral que se vienen y que van a estar dirigidos hacia los convenios colectivos de trabajo; avanzan por la jornada laboral: cada vez más trabajadores tienen que trabajar más horas; avanzan con las nuevas tecnologías que están puestas al servicio de la maximización de las ganancias en detrimento de las condiciones de trabajo”. En última instancia de este primer análisis desmenuzado sobre los múltiples brazos del pulpo, Calderón hizo mención a los despidos y suspensiones que se vienen desarrollando en diversas ramas de actividad que provocan “un clima general que los trabajadores debemos enfrentar”.
A partir de esa primera afirmación en relación con el avance del capital, sobrevinieron las preguntas: “¿Qué perciben los compañeros y compañeras en su trabajo cotidiano? ¿Cómo enfrentamos esas situaciones desde los cuerpos de delegados y las comisiones internas? ¿Qué herramientas utilizamos? ¿Qué rol cumple el delegado en la lucha por la salud y la seguridad?”.
Como una respuesta posible a algunas de esas preguntas, Calderón relató dos conflictos gremiales que se vienen abordando desde hace mucho tiempo a partir del trabajo concreto de los Comités Mixtos, uno en la planta de Dreyfus en General Lagos y el otro en Cargill Punta Alvear. La primera de esas experiencias de lucha está en relación con la pelea contra la tercerización, específicamente en un sector de la fábrica cuyos trabajadores son los operadores de las palas mecánicas que trabajan en la recepción y en el embarque manipulando grandes montañas de harina, cereales y pellet adentro de las celdas: un trabajo caracterizado de alto riesgo.
En todo el proceso y las etapas del conflicto que detalló Federico, lo que está en disputa es la intervención efectiva de los delegados y la comisión interna en las decisiones sobre el proceso y las condiciones de trabajo. Algo que atraviesa la intervención de Calderón es el valor de los Comités Mixtos, “no sólo para defender las condiciones de trabajo sino también como una herramienta política, incluso para pelear contra la tercerización”.
La otra experiencia que relató está vinculada al uso de los avances tecnológicos que aplican las empresas sobre los “costos laborales” y sobre el incremento de los ritmos de producción de las operaciones que se realizan en las plantas. El conflicto de Cargill Punta Alvear nació de un reclamo de condiciones de seguridad en dos plataformas volcables de recepción de mercadería y embarque. La empresa había introducido un mecanismo automático que presentaba como una mejora para los trabajadores pero que en realidad era una pantalla para prescindir de un puesto laboral y sobrecargar a otro. El conflicto fue escalando pero los músculos de la organización y la unidad adentro de la fábrica dieron sus frutos. Sin embargo, Federico no duda al afirmar que las empresas “van a estar continuamente avanzando sobre nosotros”. Por eso, el rol fundamental que cumplen lxs delegadxs en los lugares “donde se materializa el avance del capital”. Federico refuerza: “Nuestro trabajo es todos los días escuchando qué le pasa a los compañeros y compañeras, qué necesidad tienen, cómo se sienten, cómo se organiza el trabajo y en qué condiciones”.
La fuerza acumulada
La Doctora Luciana Censi, abogada laboralista y asesora legal del Sindicato de Aceiteros de Rosario, trabaja hace mucho tiempo con las problemáticas de Comité Mixto en defensa de la salud desde la mirada integral que sostiene el gremio aceitero. En su exposición, Luciana empezó afirmando que “constantemente los empresarios buscan debilitar la unidad de la clase trabajadora en los lugares de trabajo”. Como botón de muestra, mencionó a la tercerización como un mecanismo que busca debilitar la unidad. “Modificar las condiciones de trabajo en beneficio del capital, logrando una mayor explotación de los trabajadores que desarrollan un mayor esfuerzo en las tareas laborales”. En el planteo de Luciana, la ofensiva patronal contra las conquistas obreras no solamente se da a través de las reformas laborales regresivas, sino también a partir de “un continuo deterioro de las condiciones salariales y de vida de la clase trabajadora en nuestro país y a nivel global”.
Los conceptos teóricos, políticos y legales que se vienen desarrollando hace muchos años en materia de salud laboral, explica Censi, son los que permiten enmarcar la acción sindical. “Cada vez que se lucha en los lugares de trabajo se acumula fuerza. Es una ganancia que tiene que ver con una memoria práctica y teórica por parte de los trabajadores que se encuentran en esos procesos”.
El modelo obrero italiano fue un movimiento que se inició en Italia y que después se fue expandiendo y llegó incluso a la Argentina. Para este modelo tiene una importancia central la experiencia obrera en cada uno de los conflictos. Desde esa óptica se vienen abordando las luchas en el seno de los Comités Mixtos. Luciana fue detallando y sumó nuevas aristas al conflicto de Punta Alvear que relató Federico. “La forma de abordar el conflicto fue a través de la intervención obrera. No delegamos la salud laboral ni en la empresa ni en los técnicos. Ejercitamos el derecho de parar la tarea, analizamos el costo de la subjetividad obrera”. Luciana planteó que el hecho de abordar el conflicto desde la salud fue una fortaleza. “Reemplazamos el concepto de competitividad que la empresa logró esbozar por el concepto de salud”.
Promediando su intervención, la abogada comentó que “a veces los cambios que hacen las patronales pueden ser imperceptibles”. Pero advirtió que se debe desconfiar “siempre que detectemos cambios en los procesos de trabajo”. Se refirió a que “éstas pequeñas peleas cotidianas son las que construyen diariamente la relación de fuerzas”. Y agregó: “La dictadura de la patronal se da en los lugares de trabajo. Por eso la importancia de los delegados de base para pelear”.
Politizar el malestar
Esteban Fridman es psicólogo y también trabaja hace mucho tiempo como asesor del SOEAR. En una primera instancia hizo mención al crecimiento exponencial de las depresiones a nivel mundial, al igual que las crisis de ansiedad y del síndrome del quemado, denominado “burnout”. Rápidamente Esteban interpeló lanzando al aire una consigna tan sintética como potente: ´Vos no necesitás un psicólogo, lo que necesitás es un sindicato´. En este punto, Esteban planteó que “el tipo de patologías y sufrimiento del que estamos hablando son impensables por fuera del realismo capitalista”. A modo contextual situó a esta idea del realismo capitalista como la ideología que impera desde fines de los años ochenta con la caída del muro de Berlín, por la cual se presenta al capitalismo como la única salida posible. En este sentido trajo a colación aquella idea que plantea que “hoy parece más fácil hablar del fin del mundo que hablar del fin del capitalismo”.
“Está instalado entre nosotros que venimos atravesando una situación de mucha tristeza y de mucha impotencia”. Para Esteban, eso se relaciona directamente con la imposibilidad de imaginar un futuro distinto. “Ese malestar del que estamos hablando lo tenemos que politizar. Lo peor que podemos hacer es seguir el camino que el mismo capitalismo nos propone y que tiene que ver con individualizarlo”. Las soluciones que se ofrecen frente al malestar generalmente son individuales: ir al psicólogo o tomar pastillas. Pero Fridman aclaró que “el problema del burnout no se soluciona con medicación ni yendo al psicólogo”. “Se soluciona si podemos cambiar las condiciones de trabajo”.
Continuando con la metodología que propone el modelo obrero de salud, Esteban señaló que “la mayor fortaleza radica en todo lo que seamos capaces de hablar, de sistematizar y de analizar nuestro trabajo real”. La materia prima con la que se trabaja en esta perspectiva tiene que ver con los riesgos que se desprenden de la organización del trabajo. “Traemos al modelo obrero italiano porque implica que nosotros podamos hablar, escribir y sistematizar todo aquello que para las empresas se presenta como invisibles pero que forma parte de nuestro trabajo real”. Esteban apuntó sobre la brecha existente entre el trabajo prescripto y el trabajo real. “Suceden un montón de cosas que tenemos que hacer visibles. Todo eso no entra en el Excel de la patronal que tiende a individualizarnos y a romper la solidaridad y la cooperación”.
A lo largo de la charla Esteban se refirió a la salud mental como “un verdadero campo de batalla” dentro de la lucha de clases. En este sentido, propuso: “Es un problema colectivo que tenemos que resolver con la fuerza colectiva. Vienen por intensificar nuestra mano de obra. Hay que politizar el malestar”.