HORACIO ZAMBONI: EL REVOLUCIONARIO
Frente a un nuevo aniversario del fallecimiento del Dr. Horacio Zamboni, quien marcó a fuego la historia y la vida de nuestro gremio aceitero, compartimos este texto de Leonidas Noni Ceruti, quien nos trae esta semblanza del “hombre de las mil batallas, de las mil anécdotas”.
Por Leonidas Noni Ceruti / Foto de portada: Celina Mutti Lovera
La Comisión Directiva del SOEAR (Sindicato Aceitero de Rosario) escribió hace unos años que ´Horacio vive en nosotros. Es el Hombre que nos movilizó y nos marcó el camino de cómo alcanzar el Salario Mínimo, Vital y Móvil. Nos explicó cuánto ganan las empresas y nos enseñó cómo discutir en paritarias, con argumentos, con documentos. Nos reclamaba que debíamos organizarnos y en unidad, convencidos de lo que nos correspondía como trabajadores, algo que felizmente se pudo alcanzar. Todo producto de la lucha´.
´Siempre nos insistió de la importancia de las huelgas, de las asambleas. Como él decía, no nos podemos quedar solos con esto, hay que extenderlo al resto de la clase trabajadora´: “Solos corren el riesgo de que los aplasten, y porque es una obligación como trabajadores. Este proceso de construcción debe ser de la clase y para la clase y básicamente anti patronal y decididamente antiburocrático”.
Durante la vida, nos encontramos con personas que marcan a otros hombres, que son maestros para algunos, que señalan rumbos para muchos, que privilegian lo colectivo a su devenir personal, que dejan discípulos, que se destacan por su personalidad, que sobresalen por ser frontales en el debate de las ideas, que durante su historia mantienen la firmeza en sus posturas ideológicas y políticas. El Dr. Horacio Zamboni reunió esas cualidades.
Sus posiciones políticas fueron claramente anti sistema, contra la sociedad capitalista, y por la emancipación de la clase obrera. Se definía como marxista y socialista.
Fue mucho más que un abogado laboralista, fue un militante político y social. Su lucha estuvo ligada a la defensa de los intereses de los trabajadores.
Realizó ensayos de economía, política e historia. Planteó la polémica sin guardarse nada. Publicó distintos artículos de opinión, dio cursos de formación para trabajadores y estudiantes universitarios.
Abogado del SOEPU (Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos), cofundador de la organización política “Socialismo Revolucionario”, hasta su división, y conformó junto a varios camaradas el espacio político “Alternativa”. Firmaba con el seudónimo Esteban Arguello, los artículos y ensayos en esa época de lucha clandestina contra las dictaduras de los ‘60 y ‘70.
Un comando de la Triple A autodenominado “San Martín” lo condenó a muerte a mediados de 1974. Posteriormente, cuando la presidenta Isabel de Perón declaró el estado de sitio en todo el país, fue detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, por el Decreto 1404/74, el 8 de noviembre de 1974. Salió hacia el exilio desde la cárcel, en la noche del 2 de febrero del ‘75.
Estuvo a disposición del PEN hasta el 28 de octubre de 1983, día del levantamiento del estado de sitio para la realización de las elecciones del 30 de octubre de 1983.
Estuvo exiliado en Perú, con su familia, entre los años 1975 y 1983. En Lima, continuó la lucha asesorando a varios gremios y escribiendo sobre marxismo, economía y rescatando la historia del SOEPU. Allí conoció a quien sería uno de sus grandes amigos, el histórico militante de la “resistencia peronista”, Ricardo “Petiso” Fernández.
Retomó la representación del SOEPU desde 1986 hasta la huelga de los petroquímicos en noviembre de 1989. Ese fue el primer conflicto testigo de la década del 90, en materia de resistencia a la avanzada neoliberal contra los derechos de los trabajadores, durante el primer gobierno de Carlos Menem. Supo escribir sobre esa experiencia: “La patronal aplastó la ocupación de la Planta y una huelga de 29 días. En esa huelga se defendió la vigencia del convenio colectivo de trabajo, iniciándose con ese conflicto la derogación sistemática de la legislación laboral y convencional propia del neoliberalismo”.
Y la última etapa, desde el 2004 hasta su fallecimiento en agosto de 2012, estuvo asesorando y junto a los aceiteros del SOEAR (Sindicato Aceitero de Rosario), y luego también con la Federación de Aceiteros. En esos años, luchó y militó por imponer la defensa del salario, mínimo vital y móvil de acuerdo a todos los términos establecidos constitucionalmente, y encontró en ese espacio un vehículo de consolidación.
Fueron muchos los cursos, seminarios y charlas que dio para la formación y capacitación de los trabajadores, como también a militantes con posturas anti sistema.
Siempre impactante, con un discurso atrapante e ingenioso, siempre con nuevos aportes, siempre polémico, siempre frontal, siempre defendiendo los derechos e intereses de los explotados.
Desde los trabajadores que empezaban a organizarse, pasando por las agrupaciones obreras de base hasta las conducciones de muchos sindicatos, fueron a su encuentro, a consultarlo, pedir su opinión, orientación. También lo hicieron los estudiantes universitarios.
Defensor y difusor de la democracia obrera, de las asambleas obreras, de los cuerpos de delegados. Decía y enseñó que los que deben deliberar, decidir y ejecutar son los obreros.
Por eso, no sólo luchó contra los patrones y el capital, sino contra todos aquellos que buscaron y buscan sustituir en la lucha a los trabajadores. Su enfrentamiento y cuestionamiento a la burocracia sindical, fue uno de los ejes de su militancia.
Sus posiciones anti sistema y por la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados, hicieron que fuera reprimido, se ganó enemigos, y los enfrentó con la convicción de lo que fue: UN REVOLUCIONARIO.
Fue solidario con sus amigos y compañeros de lucha.
Deportista desde muy joven, gran lector, amante de la música, el cine, la literatura, el baile. Le gustaba compartir una comida con amigos, para charlar y debatir sobre todos los temas de la vida.
Por todo eso, en la compilación del libro ´Horacio Zamboni. Teoría y Practica de un Revolucionario´, escribí: “Cuánto aprendimos y seguiremos aprendiendo de vos. Muchos nos formamos en la militancia con tu ejemplo y tus ideas. Horacio fuiste y serás, ante todo: un revolucionario. Siempre estuviste junto a la clase obrera y luchaste por sus derechos. Esa fue tu elección de vida. La lucha y el debate fueron tu vida. Lo hiciste con una pasión y tenacidad como pocos. Siempre luchaste por la emancipación de la clase obrera y el derrocamiento de esta sociedad irracional e injusta. Recordamos tanto tus charlas, conferencias, tu maravilloso discurso en 1973, en el Cine Ambasador. Pero sobre todo recordaremos tu valentía para plantear tus convicciones en público. No sólo luchaste contra los patrones, el capital, sino contra todos aquellos que buscaron y buscan sustituir en la lucha a los trabajadores”.
Horacio: Camarada, Amigo, Hermano, siempre estarás en cada huelga, cada conflicto y con nosotros/as. Te recordaremos como lo que fuiste, un revolucionario de puño en alto y cantando La Internacional. Te veremos en cada en cada huelga, y en cada asamblea obrera.