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19 y 20 de diciembre de 2001: Nuevo aniversario de aquel diciembre ardiente

El 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el pueblo estaba en la calle, el gobierno del entonces presidente Fernando De la Rúa no dudó en reprimir: el saldo fueron 39 asesinatos en manos de la policía y más de quinientos heridos en todo el país. En Santa Fe, fueron nueve las personas asesinadas. Claudio Pocho Lepratti, referente ineludible de la militancia social y territorial en Rosario, fue el caso más emblemático de los hechos ocurridos aquellas jornadas.

Pocho fue un gran multiplicador, motor de la creación de une veintena de grupos de niñxs y jóvenes en distintos barrios populares de la ciudad, militante gremial, luchador incansable que siempre apostó a la organización colectiva y al trabajo de base. Trabajando por infancias y juventudes libres y plenas, bajo la premisa de construir un mundo en el que quepan muchos mundos y militando la alegría como forma de resistencia. Los grupos de jóvenes que Pocho motorizó luego se convirtieron en militantes sociales y territoriales. Por eso su rol fue clave en la circulación de los vasos comunicantes con base en el territorio.

Parando la olla porque con hambre no se puede pensar: por eso llevaba siempre una cebolla en la mochila porque de un momento a otro había que improvisar un guiso. Justamente en la garganta le dispararon cuando el militante social estaba en la terraza de la escuela Nº 756 donde trabajaba en el comedor como personal no docente. Fue a la garganta el disparo mientras Pocho gritaba que no tiraran, que sólo había pibes comiendo.

La masacre del 2001 tuvo claros responsables políticos. En Santa Fe, el ex gobernador Carlos Reutemann dio la orden de disparar. Es sabido que cuando la policía tira, el que apunta es el Estado. La represión y los asesinatos del 2001 fueron uno de los hechos más graves y sangrientos de violencia institucional que haya habido en democracia desde 1983 hasta esta parte.

Una democracia que podríamos describir como golpeada, frágil e incompleta cuando se trata de poder acceder a una vida digna con los derechos que se enumeran, entre otros lugares, en la Constitución Nacional. La alimentación adecuada, el trabajo y sus condiciones, el salario mínimo y vital, la vivienda digna, el vestuario, las condiciones de vida. Los beneficios de la seguridad social que tienen un carácter integral e irrenunciable y que El Estado debería garantizar. Estas son algunas de las verdaderas deudas de la democracia con el pueblo argentino. Ese pueblo argentino que históricamente supo ganar las calles, sabiéndose dueño del derecho a la protesta, exigiendo la reparación de esas heridas abiertas, apostando a la organización y viendo como única salida posible la colectiva.

Varios años después de aquel diciembre, el ex agente policial Esteban “Ticky” Velázquez, condenado por el asesinato de Pocho Lepratti, estaba trabajando en Dreyfus para una empresa contratista. La comisión interna prendió las alarmas y actuó en consecuencia, exigiendo a la empresa que esta persona dejara de trabajar porque de lo contrario se tomarían las medidas gremiales correspondientes.

El 2001 parió, entre otras cosas, múltiples caras de la resistencia y la organización popular: empresas recuperadas, el club del trueque, asambleas barriales, piquetes, organización cartonera, ollas populares, arte callejero, comedores comunitarios. Fueron y son muchos los Pochos que impulsan y sostienen diversas resistencias colectivas. Por eso, en un nuevo aniversario del 19 y 20 hacemos memoria activa y nos proponemos continuar multiplicando las resistencias.