Es una conquista que nos llena de fuerza
Lucas Tondo es uno de los trabajadores de Electrolux que en 2019 fue despedido arbitrariamente junto a un grupo de compañeros de la planta que la multinacional tiene en Rosario. Un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación estableció que Lucas debía ser reincorporado a su lugar de trabajo. El dictamen del máximo tribunal de Justicia dejó firmes los fallos de primera y segunda instancia que ya ordenaban la reincorporación. El jueves pasado fue el primer día en el que Lucas volvió a trabajar después de casi tres años. Distintas organizaciones sociales, políticas, sindicales y de derechos humanos acompañaron su ingreso a la fábrica. Un gran antecedente para toda la clase trabajadora que sienta jurisprudencia de cara a conflictos futuros. Desde el equipo de prensa del SOEAR charlamos con Lucas Tondo acerca del proceso judicial, lo que implica estar desocupado en pandemia, las sensaciones de la vuelta al trabajo y la victoria que demuestra que sirve luchar.
¿Cómo explicar el carácter arbitrario de los despidos de 2019?
Lucas Tondo– En 2019 hubo un plan de despidos que fue brutal, hubo más de cien compañeros que despidieron desde enero de 2019 hasta la última tanda de despidos que fue la mía el 29 de abril. Es decir, cuatro meses en los que la empresa iba despidiendo. El criterio que tenía era amplio, en esa tanda entraron compañeros que estaban con lesiones laborales, los hombros o los codos rotos, había compañeros que no tenían ningún tipo de motivo por el cual echarlos porque eran compañeros ejemplares. Y también en esa tanda de despidos estaba yo y algún compañero más que somos activistas políticos, yo soy militante del PTS en el Frente de Izquierda. Es evidente que la última tanda de despidos venía a barrer con un sector de la fábrica que ante las injusticias y los atropellos de estas patronales no se callaba y levantaba la voz, que se enojaba cuando echaban a los compañeros contratados porque no son descartables.
Más allá de que yo haya recuperado mi puesto de trabajo a casi tres años de esta pelea durísima, es una conquista para todos los trabajadores de la región, saber que ante los atropellos, ante los despidos, hay alternativas y se puede pelear desde abajo. No sólo se puede pelear, también se puede ganar.
La Corte Suprema de la Nación falló a favor de tu reincorporación dejando firmes los fallos de primera y segunda instancia. ¿Qué implica este fallo del máximo tribunal de justicia?
L. T.– El fallo para nosotros implicó una noticia enorme que nos dio el último envión para salir a pelear y recuperar el puesto. No es lo mismo un fallo de la Corte Suprema que un fallo de primera instancia. Para la empresa fue un revés porque la Corte Suprema era la última instancia que tenían para darnos vuelta la cautelar que ordenaba la reincorporación que se hizo efectiva el jueves. Para nosotros fue un gol de media cancha y claramente para la empresa fue un revés.
La empresa fue desoyendo los dictámenes de la Justicia, navegando en la ilegalidad. ¿Cuál es hoy la situación?
L.T.– Todos los jueces estaban diciendo que los trabajadores debíamos estar en nuestros puestos, al menos hasta resolver la cuestión de fondo. No puede quedar vulnerado el derecho constitucional al trabajo mientras se resuelve el conflicto. Es una conquista que nos llena de fuerza. En el cordón de Lagos donde están todas las metalúrgicas, es un lugar donde ruedan cabezas de laburantes todas las semanas. Las empresas hacen y deshacen literalmente a su antojo. Entonces los trabajadores de la región deberíamos tomar esta conquista en las manos para entender que hay alternativas ante los atropellos. Es una victoria de trabajadores que se organizan contra empresas que están acostumbradas a pasarnos por encima.
Hay un buen antecedente para la clase trabajadora. ¿Qué significa el fallo en relación con la jurisprudencia para conflictos futuros?
L. T.– Por lo menos en la UOM en la región no hay precedentes de reincorporaciones de este tipo. Incluso no hay precedentes de que se haya llegado a instancias de la justicia ni que se haya logrado demostrar ante gente tan poderosa que los trabajadores tenemos razón.
Desde los despidos a esta parte fueron años de lucha y solidaridad de distintos espacios y referentes de Derechos Humanos, organizaciones sociales, políticas y sindicales. ¿Qué mensaje dar al respecto? ¿La lucha que se pierde es la que se abandona?
L. T.– No estaríamos haciendo esta entrevista si no hubiera estado rodeado de la solidaridad que tuvimos. Para empezar por lo más reciente, el jueves fui acompañado a la puerta de la fábrica por un montón de referentes de derechos humanos, de APDH, de la Ronda de Madres de Plaza de Mayo, organizaciones sindicales, referentes como Gustavo Teres de AMSAFE y Marco Pozzi de Aceiteros. Ese acompañamiento es muy importante, sin ese apoyo dudo mucho que hubiéramos podido llegar a esta situación. En momentos más álgidos de la pelea, cuando fue el bloqueo en la planta cuando nos despidieron, la solidaridad fue aún mayor y el conflicto cobró alcance nacional. Eso te llena de fuerza. Durante estos casi tres años el apoyo fue enorme.
A nivel personal, ¿qué sensaciones te generó la vuelta al puesto de trabajo?
L. T.- Es raro porque tengo muchísima alegría, es una situación que la imaginé muchas veces en mi cabeza. Y a la vez estoy muy nervioso. Se combinan esas dos situaciones de ansiedad y nervios, de querer estar nuevamente ahí, y de estar lográndolo. Te da mucha alegría entender que estás logrando algo groso no solamente para mí. Estaría buenísimo que lo pudieran tomar en sus manos el resto de los trabajadores de la región, no solamente los de la UOM. Eso me llena de alegría. Ahora empieza otra etapa, tengo que volver a mi puesto y retomar las relaciones con mis compañeros. Siempre trabajé en el sector de heladeras, en el equipo de sub-armado.
¿Y familiarmente?
L. T.- También mucha alegría. Imaginate que pasó una pandemia y yo tuve el apoyo de toda mi familia. Creo que fue clave porque no es fácil estar casi tres años sin laburo. Obviamente que hice changas pero es necesario el apoyo incondicional de quienes te rodean para atravesar un momento tan complejo como es estar desocupado en el medio de una pandemia. Siempre se da por sentado que la familia está con uno, pero está buenísimo remarcar que mi vieja, mi abuela, mis tías, me bancaron siempre, me preguntan cómo estoy, estuvieron siempre conmigo. Eso también te da muchas fuerzas.