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¿Qué nos está pasando?

La semana pasada se desarrollaron dos jornadas de formación tituladas ´Por sectores de trabajo libres de violencia´, dictadas por el Observatorio del Derecho Social (Instituto de Estudios y Formación/ CTA Autónoma). Organizadas por el SOEAR y ATE Rosario, los encuentros tuvieron lugar en el local de este sindicato, en calle San Lorenzo 1879. Mercado laboral, brecha salarial, tareas de cuidado y violencias en los ámbitos de trabajo, fueron algunos de los ejes que sobrevolaron los debates. Pero además, algunos indicadores en relación con el desempleo, el trabajo informal y la evasión empresaria en nuestro país. ¿Cómo funciona la presión en el mercado de fuerza de trabajo? ¿Qué hay detrás de los números? ¿Cómo se entrelazan y cómo nos afectan?

Foto de portada: ATE Rosario

Julia Campos trabaja en el Observatorio del Derecho Social (ODS) de la CTA-Autónoma Nacional. Junto con Jimena Frankel y Mariana Campos, coordinó las jornadas de capacitación que transcurrieron en Rosario. Parte de su intervención durante el segundo día de la formación hizo foco en el funcionamiento del mercado de la fuerza de trabajo en nuestro país. “¿De qué forma lo que hablamos en abstracto se ve en indicadores concretos?”, interpeló. Los datos desde los cuales compartió los análisis parten de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), llevada adelante anualmente desde el INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos).

Julia realizó una primera división dentro de los resultados que arroja la EPH: la mitad de la población encuestada es población económicamente activa (PEA), es decir, personas que trabajan o buscan trabajo; la población inactiva es la que no trabaja ni busca. “Dentro de la población inactiva están las personas que se dedican a tareas reproductivas y que tienen toda su jornada laboral destinada a cuidar hijes, familia, etc. También están les jubilades. Y además hay un número menor que se llama población desalentada: aquellas personas que buscaron empleo, no lo consiguieron y ya no lo buscan más, pero no es que no lo necesitan sino que no lo buscan porque están desalentadas”, detalló Julia.

Uno de los puntos sobre los cuales se hizo hincapié es la explicación sobre cómo funciona la presión en el mercado de trabajo: “Cuantas más personas hay necesitando trabajo, más personas va a haber queriendo trabajar por lo que sea; cuantas más personas hay trabajando, menos personas habrá presionando para entrar a trabajar”. Campos aclaró que “esa presión siempre es a la baja” y que por lo tanto, a mayor presión, más bajan las condiciones de trabajo. “Por eso el problema del desempleo no es un problema sólo de los desempleados, es un problema de los empleados también, porque si ese número se dispara, también se dispara la posibilidad de sostener nuestros trabajos”.

Dentro de la PEA hay ocupados y desocupados. En Argentina los desocupados hoy representan el 7%. Julia plantea que “eso debería aliviarnos porque es un número bajo y significaría que no hay tanta presión sobre el mercado de fuerza de trabajo”. Sin embargo, dentro de los ocupados se cuentan a quienes trabajaron al menos una hora en la última semana. Por lo tanto, si una persona hizo una changa de una hora y media el lunes, cuando le hacen la encuesta el viernes figura como ocupado. “Hay un 17% de ocupados que buscan trabajo. Por lo tanto, ese porcentaje debería sumarse al 7%. No son desempleados pero presionan sobre el mercado de fuerza de trabajo”. Julia dice además que hay un 6% extra de ocupados que no están buscando trabajo pero están disponibles, es decir, son personas que no están bien en sus trabajos y que están dispuestas a cambiarlo. “Hay veces que sólo necesitan cambiar de trabajo y otras veces necesitan sumar trabajo. El pluriempleo es cuando tengo una jornada de ocho horas pero no me alcanza la plata. Como no nos alcanza, agarramos más. Después no sabemos cuántas horas trabajamos, para quién, en qué momento estamos trabajando y cuándo no”.

La población ocupada se distribuye entre el sector privado y el sector público. Uno de los mitos derribados durante la formación es aquel que dice que en Argentina son todos empleados públicos. Campos aclaró que es un sector minoritario el de empleo público y que el gran generador de puestos de trabajo es el sector privado. Dentro de los ocupados encontramos un grupo de asalariados y otro de no asalariados, donde se incluyen empleadores, cuentapropistas y trabajadores familiares sin remuneración. “En el empleo público hay personas que facturan, la clásica locación de servicio, una forma fraudulenta de contratación porque esas personas deberían estar dentro de los asalariados pero aparecen como dando un servicio esporádico al Estado. En las empresas privadas también pasa muchísimo”, subrayó Julia.

Dentro de los asalariados están los registrados y los no registrados. Los no registrados no tienen aportes (jubilación, obra social). La explicación de Julia: “En Argentina la caja jubilatoria es una caja solidaria, con lo cual, quienes no están registrados, no están aportando a la caja actual”. En este punto sucede lo mismo que con el desempleo: ese no aporte impacta directo sobre la persona que no está registrada pero también impacta socialmente sobre el resto porque se desfinancia la caja de jubilación. “Para pensar que todos los números están entrelazados, todos nos afectan y deberían ser banderas de nuestras organizaciones”.

“El 33% de informalidad indica que es altísimo el grado de evasión empresaria que hay en Argentina”. Campos señaló que a eso hay que sumarle que en muchos casos en el sector público y en el privado no impacta todo el salario en la jubilación. “El discurso macabro es decirnos que como no funciona hay que hacer cajas individuales, es la propuesta de Milei, que cada uno se haga se propia caja jubilatoria”. Sobre este aspecto, Julia prendió la alarma: “Vamos a tener un problema porque en cada familia hay tres o cuatro no registrados, uno que es becario, etc. Vos te vas a jubilar bien pero con esa jubilación vas a tener que sostener a todo un círculo familiar que no pudo armar su propia caja”. Julia aclaró que el problema con las jubilaciones no tiene que ver con el sistema sino con la evasión.

“Venir a Rosario es una fiesta”

En el marco de las jornadas, Julia Campos dialogó con la prensa del SOEAR para compartir algunas sensaciones y reflexiones en torno a cómo pensar la capacitación para multiplicar los debates y de qué forma abordar estrategias y herramientas para combatir las violencias en los ámbitos de trabajo.

¿Cuál fue el eje rector de las jornadas?

Julia Campos – La idea es empezar a discutir con compañeras y compañeros sobre cuáles son las violencias que subyacen al modo de organización social, en específico al ámbito laboral, y poder empezar a desentrañar juntos cuáles son las estrategias para llevar adelante. En la primera jornada trabajamos algunos marcos más conceptuales sobre los modos de producción capitalista y cómo se enlaza con el patriarcado. En la segunda jornada compartimos algunos indicadores del mercado laboral y las formas específicas que asume la violencia en los ámbitos de trabajo, usando el convenio 190 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) para pensar qué estrategias y herramientas tenemos para lidiar con estas violencias en el ámbito laboral.

Uno de los indicadores que presentaron fue que el aumento del empleo en este momento histórico está condicionado por un aumento de la precariedad y de la pobreza…

Julia Campos – Es la primera vez en la historia de Argentina que con un nivel muy bajo de desempleo (7%) tenemos una pobreza tan grande en la población trabajadora, incluso formal. Cómo eso se entrelaza con las características del empleo para las feminidades en las cuales la doble jornada juega un rol central para que podamos tener menos horas disponibles para ir al trabajo. Las mujeres tenemos una carga de responsabilidad familiar y tareas de cuidado de más o menos seis horas y media diarias, que es doble de lo que utilizan los varones para realizar tareas de reproducción en sus casas. Si estamos en edad reproductiva y tenemos hijes chicos, son menos horas las que tenemos para destinar al trabajo asalariado. Por eso las mujeres somos mayoritarias en trabajos part time. Y eso influye conformado una brecha de género. Además de todos los obstáculos que hay para el acceso a puestos de jerarquía, de dirección, etc.

¿Falta instalar socialmente el conocimiento de la existencia de las múltiples violencias, más allá de la cuestión física o verbal?

Julia Campos – Absolutamente, y también cómo se estructuran las violencias. Siempre aparece como un indicador de la violencia un grito, un maltrato o incluso un golpe, pero qué hay por detrás en el ámbito laboral. Pensar cómo a veces las malas condiciones en el trabajo, malas condiciones de contratación, bajos salarios, generan un caldo de cultivo para que se generen, por ejemplo, violencias interpersonales entre compañeres. Por supuesto que hay que generar mecanismos para que no ocurran, pero también hay que atacar gremialmente lo que está originando ese caldo de cultivo para que se expresen esas violencias con tanta virulencia como pasa en la actualidad en los lugares de trabajo.

El sindicalismo es el lugar desde el cual vienen pensando y elaborando esto…Hay herramientas en términos de lo legal y normativo, ¿cómo dialoga eso con la organización de base, generando debates y formación?

Julia Campos – Las normativas empiezan a ser prácticas antes de ser legales. Lo que pasa en Argentina es que hace muchos años los sindicatos vienen pensando y trabajando formas de lidiar con las violencias en los lugares de trabajo. A partir del convenio de la OIT, un trabajo de investigación que hicimos con Jimena Frankel y Mariana Campos, fue empezar a recopilar todas las herramientas y estrategias que los sindicatos ya utilizaban para combatir esas formas de violencias muy ligadas a la acción gremial para poner sobre la mesa y empezar a socializar entre diferentes organizaciones. Realmente Argentina tiene una práctica muy extensa y de largo plazo. Lo que viene a decir el Convenio es ´esto existe para el resto de la sociedad´, pero los trabajadores y trabajadoras sabemos que eso existe y venimos combatiéndolo desde hace muchos años. En los lugares de trabajo venimos con un músculo muy aceitado. Otra cosa es la violencia interna de las propias organizaciones sindicales. Es algo de lo que cuesta más hablar pero que se está poniendo sobre la mesa. Aparecen diferentes modos de hacer política que también se están practicando y es posible que también el sindicalismo pueda proyectarlo a otras organizaciones sociales.

Desde el Observatorio vienen articulando mucho con los sindicatos locales de ATE y Aceiteros…¿Qué cosas habilitan estos encuentros tan seguidos? Hay un músculo ahí también…

Julia Campos – Para nosotros venir a Rosario es una fiesta. Porque realmente hay una organización intersindical sumamente interesante y muy genuina. Cuando venimos acá, hay delegades y dirigentes. Esta vez nos sorprende que hay muchos varones escuchando este tipo de temáticas porque en general aparecen excluidos. Es como nuestro laboratorio, venimos a aprender acá. Es un lugar muy cómodo y muy ameno para ensayar cosas, para probar dispositivos y herramientas. Y vamos consolidando nuestra propia estrategia de formación.