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Construyendo un modelo obrero de salud

Desde el SOEAR seguimos trabajando fuertemente en uno de nuestros pilares: la defensa de la salud laboral. La premisa fundamental de nuestro modelo obrero es que la salud no se vende ni se delega. Por eso venimos alimentando el trabajo gremial en cada Comité Mixto de Salud y Seguridad Laboral y en cada una de las instancias de encuentro, debate, reflexión y acción que se dirigen en ese camino hacia esta concepción de la salud como capacidad de lucha. En el XI Plenario de delegados de base aceiterxs y desmotadorxs se presentó el Manual práctico de Comités Mixtos en Salud y Seguridad Laboral pensado desde y para lxs trabajadorxs y sus delegadxs sindicales. Desde el equipo de Prensa charlamos con Esteban Fridman, psicólogo asesor de nuestro sindicato y uno de los autores del Manual.

¿Cuál es el espíritu del Manual y cuál es el objetivo?
Esteban Fridman – El Manual es algo que veníamos trabajando desde antes de la pandemia. Surgió del trabajo con los delegados la necesidad de contar con una herramienta que permita fortalecer el trabajo en los Comités Mixto de Higiene y Seguridad. Está pensado interdisciplinariamente con la participación de Mariano Mussi que es médico epidemiólogo, Luciana Censi y María Paula Lozano que son abogadas y yo que soy psicólogo. El Manual intenta sistematizar una práctica de lucha política en los Comités Mixto que es lo que venimos desarrollando. Tiene mucho de la experiencia que hemos ido construyendo juntos entre el saber obrero, el saber científico y el debate que venimos construyendo durante estos años. Intenta sistematizar esa experiencia para que los compañeros en cada una de las plantas puedan conformar el Comité Mixto, conocer sus aspectos legales, y al mismo tiempo construir una discusión en torno a la salud desde una perspectiva obrera que nos permita ir a disputar un sentido de la salud.

Al Manual lo tienen todos los delegados y las delegadas de las plantas y también lo pueden pedir en el sindicato que están disponibles. Si bien está pensado para el delegado del Comité Mixto, creemos que el problema de la salud laboral es una tarea que excede a los delegados. Por eso invitamos a todo aquel o aquella que esté interesado en el tema y quiera sumarse para producir conocimiento desde el saber obrero en relación a la salud.

El punto de partida que plantean es entender a la salud laboral como la capacidad de lucha pensando un abordaje integral. ¿Cuál es el aporte específico de la psicología?
E.F. – En principio hay que decir que el trabajo no es un telón de fondo de los problemas de los procesos de salud y enfermedad sino que constituye un determinante central para poder comprender estos procesos. Nosotros lo pensamos desde la perspectiva del trabajo y de los trabajadores. Al mismo tiempo, cuando decimos que la salud es integral implica concebir que lo que está en juego es la vida. Y la vida no se divide en un aspecto psíquico y otro aspecto corporal. Eso lo ha ido haciendo la ciencia para entender e intentar afinar respuestas. Pero el problema es que se pierde el conjunto. Eso es muy de la medicina hegemónica, dividir a la persona en un montón de especialidades cada vez más especializadas en donde muchas veces no tienen contacto entre unas y otras.
Cuando decimos que la salud tiene que ver con la capacidad de lucha contra todos los limitantes de la vida, entendemos un sentido más amplio de la salud que incluye tanto las condiciones materiales de existencia como nuestra subjetividad. En el trabajo no solamente nos podemos accidentar o podemos tener una enfermedad profesional producto del trabajo, sino que también en el trabajo se sufre, o se puede sufrir. Esto implica poder abordarlo de una manera en la cual todos los aspectos que tienen que ver con lo psíquico, con la salud, con lo mental, tengan un espacio.

Vos planteaste en el Plenario la necesidad de hablar de lo que les pasa a los trabajadores, de los dolores propios y las angustias…¿Cómo jugó la pandemia en esta historia? ¿Qué cuestiones fueron apareciendo?
E. F. –Por un lado, plantear que el hecho de trabajar siempre pone en juego un saber hacer, cualquiera sea el trabajo. Y ese saber hacer contribuye a la vivencia de control de aquellas cosas que nos provocan ansiedad, que nos resultan penosas o angustiantes. Este saber hacer es resultado de un proceso largo, intersubjetivo e intra subjetivo, es decir, lo hacemos con otros y lo hacemos con nosotros mismos. Y se construye con otros en el tiempo. Fue un proceso traumático para todo el mundo pero para los esenciales, que es lo que sucedió con los aceiteros que desde el primer día de la pandemia siguieron trabajando y se tenían que enfrentar al virus en un principio desconocido, se ponían en juego una serie de mecanismos que ponían en jaque este saber hacer. Por lo tanto, ponían dificultades en el control que ese saber hacer nos permite tener sobre la ansiedad. La pandemia trastocó todas nuestras formas del trabajo y eso trajo dificultades en muchos sentidos.

Al principio de la pandemia nos encontramos con esta idea de que no éramos ni víctimas ni héroes. Decíamos que no éramos héroes al salir a trabajar e ir a la planta porque esa era una posición que negaba la vulnerabilidad y el miedo que sentíamos. Y esto por supuesto que te expone a más riesgos porque te pone en una posición de omnipotencia, como que podés con todo. Sucedía mucho eso de decir ´a mí no me va a pasar nada´, ´yo tomo mate, ando por acá o por allá, no me importa´. Y la otra posición más de víctima era un problema porque desvalorizaba las posibilidades subjetivas de cada uno. En ese sentido, necesariamente estas cuestiones sólo se pueden abordar hablando. Y el hablar es una práctica que necesitamos en muchos sentidos en nuestra lucha política al interior de las plantas. Porque, por ejemplo, la única forma de prevenir los accidentes es que los compañeros en su lugar de trabajo puedan tener un espacio de deliberación, de construcción común, de poner en juego las cosas que les pasan en relación al trabajo real, a lo que viven todos los días. Esa es la única forma efectiva de prevenir accidentes.

 

A casi dos años de la aparición del Covid-19 científicos y autoridades sanitarias comienzan a plantear la posibilidad de que la pandemia se transforme en endemia. Es entender que debemos convivir con el virus. Pero, ¿cómo elaborar todo lo que fue viviendo cada uno en lo individual y en lo colectivo?
E. F. – Compartir con otros y con otras es central. La humanidad entera atravesó esto que nos trae consecuencias que al día de hoy no las podemos precisar en cada uno de nosotros y nosotras. Necesitamos encontrarnos para poder seguir disfrutando de la calle, encontrarnos con otros trabajando. Encontrarnos en el sentido de poder hablar de las cosas que nos han pasado y que nos siguen pasando. En el medio pasó mucha muerte, de conocidos, de compañeros, pasó mucho encierro, pasaron dificultades de todo tipo. Es una situación catastrófica en un sentido, y cuando hablamos de catástrofes históricas o naturales requieren de procesos de elaboración colectivos y de todos los espacios que nos podamos dar para hablar, para escucharnos, para entendernos con los otros. No es sencillo exponerse frente a otros hablando de las cosas que nos pasan porque nos enseñan a que eso está mal o no se debe hacer. Pero todos y todas estuvimos enfrentados a una situación traumática por algo absolutamente inesperado que irrumpe en el aparato psíquico y uno no tiene herramientas para ponerlo en ningún lugar. Eso desborda y genera un montón de situaciones que han sido muy difíciles para muchos.

También la pandemia nos puso de frente a preguntas muy necesarias, y que tal vez estaban allí pero sin ser advertidas: las tareas de cuidado en el trabajo y en casa, el lugar de las compañeras, nuestro tiempo libre, las formas de relacionarnos en el trabajo, la educación y el cuidado de nuestros hijes. También como frente a otras catástrofes históricas vimos desarrollar enormes potencias creativas y solidarias de parte de nuestro pueblo.

Todos teníamos una necesidad muy grande de que la pandemia pase. Ya desde antes incluso de la última ola la mayoría pensaba que la cosa ya se había terminado. Me parece importante remarcar que la vacuna funciona. Hoy por hoy nos estamos enfrentando a una situación de una gripe más. Eso nos implica retomar muchos aspectos de la vida que teníamos abandonados, implica retomar el afuera de otra manera. Y al mismo tiempo estar precavidos porque no sabemos de las próximas mutaciones del virus pero también porque sabemos que si no es éste vendrán otros virus porque las cuestiones centrales que producen estos virus dentro del modo de producción del capitalismo no han cambiado nada en los últimos cincuenta años. Es esperable que en los próximos años nos veamos enfrentados nuevamente a situaciones como éstas. Entonces es un momento en el cual tenemos que reflexionar mucho en torno a lo que nos pasó y a las cosas que fuimos haciendo y nos fueron pasando para prepararnos para el futuro.