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Todavía duele el golpe

En la antesala de un nuevo 24 de marzo, a días de cumplirse 48 años del inicio de aquel golpe genocida que oscureció al país en una noche que duró siete años, el SOEAR organizó un conversatorio para ejercitar el músculo de la memoria y reflexionar acerca de nuestro pasado para construir colectivamente nuestro futuro.  

En la jornada estuvieron presentes dirigentes gremiales de diversos sindicatos como URGARA, ATE Rosario, COAD, Amsafé Rosario, UOM de Villa Constitución, SIPRUS, Fesprosa, Químicos, La Bancaria, entre otros. También asistieron asesores legales, médicos y económicos del Sindicato de Aceiteros, militantes históricos de la clase trabajadora y jóvenes organizados en múltiples gremios y organizaciones estudiantiles. Norma Ríos, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, también participó del encuentro.

El panel contó con las exposiciones de Norma Lanciotti, Dra. en Historia y Profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la UNR; Carlos Núñez, fundador de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti; y Graciela Rosello, ex delegada y CD de La Bancaria Rosario y ex presa política. La conversación estuvo coordinada por el historiador Leonidas Noni Ceruti y el cierre musical estuvo a cargo de Adrián Abonizio.

En primera instancia, el Secretario General del SOEAR, Marco Pozzi, hizo extensiva la solidaridad con la compañera de HIJOS que a días de un nuevo 24 de marzo sufrió un estremecedor ataque en su propia casa por parte de personas que la ataron, la golpearon y abusaron sexualmente, dejando en claro que el objetivo era el amedrentamiento político y firmando el hecho con la sigla de VLLC (Viva La Libertad Carajo). “Hay situaciones que se vuelven actuales permanentemente y pareciera que no tienen límites; los límites los tenemos que construir en estos lugares y por es necesario esta combinación de actores y de relatos, para ubicar a la clase trabajadora en un lugar de poder y en un lugar de bienestar”. Con esas palabras Pozzi dio comienzo a la jornada que transcurrió en el salón asambleario Horacio Zamboni que tiene el Sindicato en su sede gremial.

Carlos Núñez, fundador de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti, organización hija del 2001, habló desde su rol de militante social y comunitario. “Estar cerca de la fecha del 24 siempre es significativo pero creo que nunca como este año. Tenemos que hablar de memoria y de los aprendizajes de esta larga lucha, pero también de lo que hoy nos está pasando”.

Carlos recorrió los orígenes de la Biblioteca y el contexto de la crisis del 2001 que fue el caldo de cultivo de muchas experiencias disruptivas. También compartió algunos proyectos que han motorizado desde la organización que hace pie en Tablada. Luego Núñez viajó al 2006 para focalizar en el germen y la conformación del libro ´Cultura y dictadura. 1976-1983 en Rosario´ con el que se propusieron abordar lo que fue el genocidio cultural. Para eso, iniciaron un ejercicio de poner en palabras aquello que había pasado en relación con la devastación de la cultura que llevó adelante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica y los impactos que eso tuvo en las subjetividades.

Carlos relacionó aquellos hechos con los actuales, al plantear la existencia de una trama perversa que continúa y que apunta a revertir aquello por lo que las generaciones de los 60 y 70 luchaban, la transformación social que se jugaba “en un sueño que todavía vive: ese sueño tenía que ver con la revolución y la transformación de este sistema profundamente desigual”.

“¿Qué son las bibliotecas populares sino espacios donde trabajar la reconstrucción de la memoria?”. La pregunta de Carlos queda flotando en el aire. “En esto está la apuesta para seguir trabajando desde las niñeces, con los jóvenes, con los adultos. En ese sentido, la Biblioteca forma parte de un proyecto que también incluye a un jardín de infantes, a una radio comunitaria, espacios de oficios. En cada uno de esos espacios la memoria tiene un lugar fundamental”.

Norma Lanciotti, Doctora en Historia y Profesora de la UNR, compartió un trabajo que hizo hace años en el cual reflexionaba acerca de la relación entre la música y la política, puntualmente con el surgimiento de la trova rosarina. Su objetivo en la investigación era buscar “en las formas artísticas ciertas expresiones de lo que pasaba en la sociedad”.

Norma fue contextualizando la potente movida cultural rosarina durante los años ´60 y principios de los ´70. “En Rosario, el folclore como música popular tenía sus exponentes. Esa impronta va a atravesar toda la dictadura y va a reaparecer en la trova rosarina que fue un movimiento inédito. Había una voluntad de los artistas de ser populares en un sentido de militar y combatir para el pueblo”. Lanciotti aclaró que si algo persiguió la dictadura, además de a los trabajadores, fue a los jóvenes. En ese sentido, se cerraron todos los espacios culturales. “Hubo un repliegue a lo privado cuyas expresiones empiezan a salir en 1982”.

Durante la exposición, la historiadora caracterizó la identidad de la trova rosarina “que tenía una impronta tanto musical como poética bastante diferente a lo que se estaba escuchando en el resto del país”. Mencionó en este punto la recuperación explícita de los ritmos folklóricos y de la música urbana. “Sale el nombre de trova porque hicieron una mixtura entre el tango y las tradiciones populares del folklore que venía de los años 60, en una variante que luego se llamó rock nacional. Esa convergencia fue inédita”.

Norma apuntó sobre las letras de las canciones de la trova, que tuvieron un carácter también inédito en relación con “la referencia explícita y constante a los años vividos en la dictadura” pero también en la conformación de los personajes de las letras. “Todos son antihéroes, personas a las que les ha ido muy mal; hay una reivindicación de ese antihéroe pensado como una persona común”.

Sobre el final de su exposición, la investigadora subrayó la recuperación que protagonizó esta nueva expresión musical de la función del músico como trovador “en el sentido de cantar, contar lo que está pasando y reivindicar esa figura que tiene que ver con lo vulnerable”. Puntualmente define al disco ´Tiempos difíciles´ como “un canto poético sobre la derrota de la dictadura”. “Hay una idea de lo colectivo. La dictadura fracasó en el sentido de disciplinar a los artistas y al ámbito cultural. Todo eso tuvo una salida creativa y productiva”.

Graciela Rosello fue delegada y miembro de la comisión directiva de La Bancaria Rosario, y también fue presa política. Comenzó su intervención comentando la junta de firmas que están realizando para intentar evitar la privatización del Banco Nación. Luego leyó una semblanza acerca del plan represivo de la dictadura y la resistencia. “Hoy entre tanto negacionismo es bueno recordar el pasado y hacer historia”, planteó inicialmente.

“Fue un plan sistemático y premeditado, parte del Plan Cóndor para toda América Latina. Militares y civiles cómplices instrumentaron desde el Estado el terror para acallar a una generación que quería cambiar el orden instituido y luchaba por una sociedad más equitativa”, dijo Graciela, y agregó: “La técnica de la desaparición sistemática cumplió con varios objetivos: obreros, empleados, estudiantes, militantes populares, sindicalistas, profesionales, educadores y políticos visualizados como peligrosos, fueron desaparecidos”.

Graciela estuvo detenida en la ciudad de Santa Fe. Sobre esa experiencia contó: “Todas sabíamos por qué estamos detenidas-desaparecidas. Porque no sólo nos atrevimos a soñar, sino también a luchar y organizarnos para llevar adelante esos sueños. Fuimos mujeres con historias”. Rosello también detalló algunas cuestiones sobre esa vida en el encierro. “Nos atrevimos a desafiar al poder adentro porque festejamos las navidades y los cumpleaños. Veíamos cine, cuando apagaban las luces siempre había una relatora que contaba una película”. Sobre las guardiacárceles, planteó: “Nunca pudieron entender nuestra alegría de resistir entre esas paredes materiales”.

Sobre el final de su exposición, Graciela dejó en claro algunas cosas. Por un lado, “no hubo atrocidad que la dictadura no ejecutara”. Pero por otro lado, y a pesar de ello, “hubo manos extendidas y muchos compañeros que siguieron luchando en la clandestinidad”. Menciona el ejemplo de las Madres. Y para cerrar, realiza una invitación. “Como sociedad tenemos que seguir luchando por el procesamiento y castigo de todos los artífices materiales y los responsables intelectuales. La memoria es acción. Para que nunca más vuelva a ocurrir, el 24 de marzo debemos ser miles en las calles”.