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Mejor hablar de ciertas cosas

Por Marco Pozzi / Secretario General del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario

Foto: Prensa FTCIODyARA

¿Por qué aquel cuento de que en la mesa no se habla de política? ¿De qué no hablamos cuando no hablamos de política? Bertolt Brecht decía hace mucho tiempo que el peor analfabeto es el analfabeto político. “No oye, no habla ni participa en los acontecimientos políticos. Se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos o las medicinas dependen de las decisiones políticas”. Esa reflexión tiene demasiada vigencia. El sentido de lo político tiene que ver con la participación y con la transformación de la sociedad. Por eso claramente no puede reducirse a la política partidaria. Y justamente por eso debemos multiplicar las charlas, las discusiones y los debates. El lenguaje que más conocemos es la democracia directa, de base, y nuestro mejor músculo es la asamblea. Al mismo tiempo, seguiremos insistiendo en la necesidad de trascender la frontera de la fábrica.

Frente a los discursos que pretenden despolitizar la vida, en una sociedad mercantilizada que hace base en el consumo con la lógica de úselo y tírelo, queremos discutirlo todo. Si nuestro documento de identidad es el artículo 14 bis, ¿por qué votar al sepulturero que motosierra en mano advierte que viene a cortarlo de cuajo?

Hoy nos toca elegir en qué escenario queremos luchar, sabiendo que la lucha estará garantizada en cualquiera de los contextos posibles. Porque la lucha es nuestro gen como clase trabajadora. Lo que tenemos lo hemos conquistado. Nadie nos regaló nada. Hoy nos toca defenderlo para poder avanzar con todo lo que falta. Lo que algunos pretenden es quitarnos la historia laboral, aquella que nos ubica en una categoría, en un oficio, en un saber, en un gremio, en una familia.

Lo que no queremos es luchar sin las herramientas que supimos conseguir. Como si el guerrero eligiera pelear sin escudo, como si los pueblos eligieran sobrevivir sin recordar. El 14 bis es nuestro escudo protector. Es nuestro casco y nuestra bandera. Toda bandera marca un horizonte, un hacia dónde. Esa utopía la construimos cotidianamente, en el laburo, en el sindicato, en nuestras casas, en nuestros barrios en donde circula la plata que recibimos al vender nuestra fuerza de trabajo, aquella transacción que hacemos en el mercado laboral para poder decidir cómo queremos vivir.

Desde lo colectivo podemos desarmar la idea del salvador individual, la figura mesiánica que nos guiará hacia un destino mejor. Esa figura no existe, es un espejito de color. No debemos depositar nuestra suerte en otra persona porque la fuerza está en nosotros y nosotras. Así elegimos construir y hacia allá decidimos caminar para fortalecer verdaderamente la democracia. Mejor hablar de ciertas cosas. Como escribió el Raly Barrionuevo: “Pensé que de política no iba a hablar, pero ahora que recuerdo política hacemos todos al caminar”.